jueves, 6 de febrero de 2020

NO HAY MAL QUE DURE CIEN AÑOS


El escenario político y social que se configuró en Bolivia tras lo ocurrido en noviembre de 2019 es altamente preocupante, el mismo se fue marcando en primera instancia por una represión sumamente violenta a nivel social, lo que claramente denotaba que posteriormente esta represión llegaría a la esfera institucional y es lo que actualmente ocurre.

En este conglomerado, salieron a relucir claramente sentimientos de racismo y discriminación en su más alta expresión, si bien en 14 años de gobierno se gestaron normativas y leyes que le hacen frente a este tipo de situaciones, como la Ley 045 Contra el Racismo y toda Forma de Discriminación, lo sucedido en Bolivia luego de la salida del Presidente Morales, da cuenta de que si bien con ese tipo de instrumentos legales, se logró callar a quienes desprecian de sobremanera al indígena, al humilde, al pobre y en su momento, no tuvieron reparo alguno en expresar y manifestar esas posiciones radicales, no se pudo hacerle frente a su mentalidad, a su conciencia y esto devela que queda mucho por hacer en este tema, a esto se suma la rabia, una rabia infundada que se fortalece generando todo tipo de argumentos para justificar que las instituciones funcionen como mecanismos de persecución, de represión, de amedrentamiento y no de justicia. 

Llama la atención la manera en la que los medios de comunicación nacionales se limitaron a mostrar sólo una parte de realidad, aquella que le convenía al gobierno de facto, gobierno que no dudó en cerrar decenas de radios comunitarias y seguramente el resto de los medios asumió esa postura, porque si no seguían el discurso oficial, serían catalogados como "sediciosos" y tendrían que rendir cuentas ante la justicia.

Lamentablemente ante ese panorama, surgieron una y mil justificaciones para toda clase de violaciones a los derechos humanos y a los límites a nuestras libertades, de un momento a otro, parte de la sociedad boliviana, entre ellos grupos como los de la denominada "resistencia" pasaron a ejercer funciones policiales, de vigilancia y control, pero ¿por qué se toman atribuciones que no les corresponden, cuando hay instituciones legalmente constituidas para llevar adelante esas tareas?, es la pregunta que queda en aire y no conformes con aquello, festejan y celebran el castigo a quien piensa diferente, a quien actúa de una forma que simplemente no les parece o no les gusta, a quien defiende ideas que ellos vinculan con el Movimiento al Socialismo (MAS).

Como ex parlamentario, ex Cónsul, como político, como defensor del Proceso de Cambio que encabezó el hermano Evo Morales, pero sobre todo como un boliviano con un amor infinito por su patria y por su gente, me duele profundamente esa aceptación tan pasiva ante el despliegue renovado de represión estatal, que atenta contra nuestro pueblo y en este escenario al que hago referencia los conceptos de "terrorismo" y "sedición" juegan un papel fundamental y sirven como pretextos para justificar una represión desmedida, prueba de ello son las masacres de Sacaba en Cochabamba y Senkata en La Paz, donde muchos bolivianos perdieron la vida por sus ideales, esas personas que firmes a sus convicciones salieron a las calles y manifestaron su repudio ante el golpe de estado fueron tildadas de "delincuentes, narcoterroristas" y claro, el régimen de facto justificaba la represión dando a entender que se trataba de que "los ciudadanos de bien" le hacían frente a las "hordas masistas" a los "terroristas" y ante esa supuesta amenaza externa se perfilaron una serie de dispositivos que aún están activos, mismos que justificaron la muerte y la violencia sin límites ante una supuesta necesidad de defensa.

El que ahora celebremos que se castigue a quien piense diferente, el que aplaudamos que se persiga y encarcele a personas simplemente por disentir, por escribir críticas al gobierno, porque consideran que no está legalmente constituido o el hecho de que observemos con satisfacción y cierto goce el espectáculo basado en la humillación de las detenciones a tantas personas, nos muestra que las cosas no van bien.

Yo fui víctima de este tipo de abusos e irregularidades, cuando el 10 de diciembre de la pasada gestión me detuvieron en el aeropuerto internacional Jorge Wilsterman de la ciudad de Cochabamba, argumentando que había una alerta migratoria en mi contra y que estaba utilizando un pasaporte diplomático siendo que ya había cesado en mis funciones como Cónsul General del Estado Plurinacional de Bolivia en Buenos Aires, algo totalmente falso, puesto que yo presenté mi cédula de identidad como documento para poder viajar a la capital bonaerense, ese tipo de actitudes responden únicamente a la persecución y al amedrentamiento, razón por la que me declaré como perseguido político y tuve que solicitar refugio al gobierno del Presidente Alberto Fernández.

Es realmente alarmante que ese tipo de acciones sean vistas como si de un circo se tratara y ahondando más aún en ese contexto, preocupa la exigencia de castigos mayores para quienes piensan distinto, esas son muestras claras de lo enajenados que estamos ante una realidad en la que lamentablemente la convivencia se  reduce a la necesidad imperante de fabricar un enemigo y destruirlo, únicamente porque tiene un criterio diferente o representa una amenaza ante intereses que incluso están más allá de nuestras fronteras, sin percatarnos que, al ceder, al apoyar y celebrar ese tipo de acciones, vulneramos una serie de derechos fundamentales que tenemos como seres humanos.

Desde afuera duele ver que hay gente que participa de forma recurrente y activa en el potenciamiento de un aparato estatal represivo que amenaza con desbocarse si es que se mantiene en el poder.

Yo fui una de las personas que denunció el golpe de estado a nivel internacional, en todos los escenarios que pude, en respuesta a dichas denuncias intentaron
quemar mi casa, amenazaron con matarme, me detuvieron ilegalmente, buscaban acallarme amedrentándome con sus grupos paramilitares y la persecución policiaco - judicial, todo esto para que no denuncie la dictadura en Bolivia. Hoy solo los grupos reaccionarios se tragan lo del gobierno de “transición” pero ahora el panorama entorno a esa disyuntiva que radica en que si hubo o no un golpe de estado, se aclara y prueba de ello es el anuncio de la señora Añez de presentarse como candidata a la titularidad del Poder Ejecutivo, situación que pone al Órgano Electoral Plurinacional en tela de juicio y este escenario nos muestra claramente que lo ocurrido en nuestro país el 10 de noviembre de 2019 fue algo planificado y premeditado.

Estos más de tres meses de un gobierno de facto son suficientes para darnos cuenta de que ese afán de control absoluto de nuestra información, la censura en nuestras publicaciones, el intento por justificar la violencia y la represión, tienen que terminar, es hora de que dejemos de lado esa rabia, ese rencor que imposibilita que podamos ver que esos mecanismos que fortalecemos al ser cómplices silenciosos de la actual realidad política y social de Bolivia, se constituirán más adelante en la pieza clave para que continúen todos esos excesos y vulneraciones a los derechos que van en nuestra contra.

El 3 de mayo los bolivianos y bolivianas tenemos en nuestras manos una decisión vital, está en nosotros el poder modificar el libreto y generar un escenario emergente para Bolivia, apelamos a que se opte por recuperar la democracia en nuestro país y se dé continuidad a un modelo económico que nos llevó a obtener importantes resultados, mismos que fueron posibles gracias a la lucha y la unidad del pueblo boliviano y como nunca, marcaron un antes y un después en la historia de nuestro país.

Lic. Juan Ademar Valda Vargas
Sociólogo, ex Diputado, ex Cónsul, defensor de la democracia.

1 comentario:

  1. Excelente visión de todo lo que aconteció y sobre el golpe de Estado en Bolivia.

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