domingo, 29 de marzo de 2020

PANDEMIA DEL CORONAVIRUS Y REPRESIÓN EN BOLIVIA

Militares con armamento de guerra en las calles de Bolivia.
Algunos teóricos hablan de que vivimos la profundización de la guerra económica entre EE.UU y China por el control y dominio del mundo, y claramente la crisis sanitaria mundial por el covid-19 ha vuelto a evidenciar la clásica rivalidad entre las dos superpotencias mundiales, dejando de lado la aparente estabilidad tras su acercamiento comercial. Sin embargo, esta situación empieza a adoptar otros matices, ya que el perjuicio repercute en el mundo entero.

Surgen una serie de especulaciones sobre la aparición del coronavirus, entre ellas, que el mismo, sería parte de una guerra bacteriológica que según el canciller Chino, fue implementada por el ejército de EE.UU en su afán de generar una recesión en la economía de la superpotencia asiática. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Zhao Lijian, un destacado funcionario chino, afirma que el ejército de Estados Unidos podría haber llevado el nuevo coronavirus a China, y que no se originó en la ciudad de Wuhan, como se pensaba (CNN, 13 de Marzo),  en contraparte, Estados Unidos acusa a China de ser el país que propagó el virus por todo el mundo. En el primer caso, esta teoría no deja de llamar la atención si uno analiza el flujo y desarrollo del coronavirus, empezó en la ciudad China de Wuhan, en Irán, y en la ciudad de Lombardía Italia; bajo esta teoría lo que se buscaba, según Noam Chomsky, es afectar a los enemigos políticos y económicos de EE.UU, pero además, reiniciar las economías de nuestros países con el objeto de potenciar y afianzar el dominio capitalista y el poderío de dicho país como única potencia mundial y en el caso de Latinoamérica consolidarlo como patio trasero de las políticas norteamericanas, de sumisión, saqueo y subordinación.

Por otra parte, se ha denunciado que las elites económicas mundiales, buscan con esta pandemia, eliminar a la población económicamente “No activa” y dar un respiro a las economías que ven como algo insostenible hacerse cargo de los adultos mayores, dejando de lado el respeto a los derechos humanos y a existir, independientemente de la edad, sexo, filiación política – ideología o religiosa que uno profesa, etc. Teoría que tampoco podemos desmerecer si recordamos las declaraciones de la ex directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, que decía "los ancianos viven demasiado y es un riesgo para la economía mundial. Tenemos que hacer algo y ya", o las declaraciones del vicegobernador de Texas, Dan Patrick, que señaló en una entrevista con Fox News que tanto él como los abuelos norteamericanos están dispuestos a morir de coronavirus para salvar a la economía de una depresión. “Estoy dispuesto a jugarme mi propia supervivencia”. O la denuncia Ruby Demestoy, en su video subido a youtube "El coronavirus y el plan de una élite corporativa para dominar el mundo" que brinda detalles de un supuesto simulacro covid – 19, llevado adelante en octubre del año pasado en Nueva York, donde coincidentemente ya se graficaba un escenario muy parecido al que se vive en la actualidad, es decir: expansión del virus a nivel mundial, recesión económica, falta de control por parte de los gobiernos a la pandemia, muerte de millones de personas (según el experimento mencionado), para luego dar paso a la salvación por las elites financieras mundiales y por ende el restablecimiento del dominio capitalista.

En sí, las crisis cíclicas del capitalismo no son una novedad, producto de las luchas entre potencias por el control y reparto del mundo, que solo favorecen a las élites económicas mundiales, estas crisis buscan un mismo objetivo, evitar la destrucción o superación del sistema capitalista, reforzar su dominio como modo de producción dominante y "único" horizonte de visibilidad.

En Latinoamérica los gobiernos autoritarios han visto en esta pandemia, la excusa perfecta para profundizar sus mecanismos de control y represión social, mediante el uso "legítimo" de la violencia para controlar, vigilar y castigar a los sublevados.

En el caso boliviano, dicha pandemia cayó como anillo al dedo al gobierno de facto,  el cual carece de legalidad y legitimidad social, el gobierno asume la crisis sanitaria en el marco de un gran descontento social, no solo por haberse hecho del poder de forma violenta, que ya de por si es repudiado por las mayorías nacionales, sino también por la forma en cómo se administra el estado, al aplicar no solo políticas autoritarias y represivas, sino también medidas económicas antipopulares de corte neoliberal y privatizadoras.

El coronavirus es una realidad mundial, una pandemia que debe preocupar a moros y cristianos, por lo cual es necesario y fundamental seguir los cuidados que los organismos de salud así lo demandan, pero en la actualidad el gobierno golpista ve en el coronavirus el justificativo o excusa perfecta para profundizar su régimen de terror, control y del miedo.

En este contexto, el gobierno golpista aplica, bajo el manto de la lucha por la “salud”, los mecanismos de represión que hasta antes de la pandemia ansiaban pero que no podían aplicar, es decir, la desmovilización y control social, el evitar el desarrollo de las formas de organización colectiva, sindicales o de índole campesina indígena y obrera, fundamentalmente.
La reorganización de los movimientos sociales, después del golpe de estado, para afrontar las nuevas elecciones nacionales iba tomando mayor cuerpo y fortaleza, día que pasaba se potenciaba el binomio del MAS – IPSP, la primera fuerza política de nuestro país, generando adhesión de nuevos sectores y mayor aceptación social.

La desesperación del golpismo, aún controlando todo el aparato estatal, reside en dos aspectos, por un lado, el no poder consolidar la preferencia electoral en torno a su candidata presidencial Jeanine Añez, esto a pesar de toda la represión, persecución, muerte, control de los grandes medios privados de comunicación y todo el aparataje estatal en contra del MAS. Y por otro lado, ver cómo el Binomio Luis Arce Catacora y David Choquehuanca figuran como primeros en la preferencia electoral, pero además con enormes posibilidades de derrotar en primera vuelta a las fuerzas conservadoras agrupadas en los distintos partidos de derecha que pugnan la silla presidencial.

Por eso el golpismo, en la coyuntura actual, procede de manera desesperada e improvisada, movida por el temor de perder el poder que consiguieron de forma ilegal, ilegítima y a través del uso de la violencia, ejerciendo acciones que caracterizan a su régimen autoritario y represivo, estas son algunas de las acciones que a continuación pasamos a detallar.

⦁    Control mediático: los grandes medios privados de comunicación demostraron su sumisión al fomentar el golpe de estado, al amplificar cualquier crítica al gobierno democrático de Evo Morales fomentando que la gente salga a movilizarse en las calles. Durante la consolidación del gobierno golpista,  callaron o justificaron la muerte y represión en contra de las movilizaciones sociales post renuncia de Evo, constituyéndose así en mecanismos de amplificación de la política gubernamental para validar o dar por bien hecho las acciones de los funcionarios del gobierno de facto, silenciando o minimizando y en algunos casos estigmatizando, todo lo que provenga del bloque nacional indígena popular, por ejemplo la No difusión de la propuesta de Luis Arce Catacora, dos días antes del anuncio de Jeanine Añez, sobre  una canasta familiar solidaria, entre otras medidas, para ayudar a los sectores más empobrecidos de nuestro país.

⦁    Acciones proselitistas que buscan ganar el voto:
en este caso se evidencia que el aparato estatal está más afanado en buscar aprovechar la crisis sanitaria y el hambre del pueblo, para ganar votos a favor de los golpistas, por un lado, la entrega de alimentos por parte de los adherentes al partido de Añez en bolsas de color verde, color que distingue a su partido, o regalar barbijos con el logo de su organización política, denominada Juntos. Pero también aprovechando la impunidad que les otorga el poder, pintan espacios públicos o pegan afiches, sin ser detenidos por la policía o militares, a pesar de que se decretó el estado de excepción por catástrofe sanitaria, en pocas palabras, estado de sitio camuflado.

⦁    Mayor represión y autoritarismo: lo más llamativo y característico del régimen, son las acciones de fuerza para "evitar" la expansión del virus entre la población, profundizando cada vez las medidas de control, seguimiento y vigilancia. Se evidencian permanentemente por las redes sociales, las bravuconadas de los ministros de facto de las carteras de gobierno y de defensa, que permanentemente en los medios de comunicación, amenazan con odio y en alguna medida con placer, señalando que apresarán a todos aquellos que no comulguen con las acciones y órdenes del gobierno golpista en esta coyuntura. De estas amenazas no se salvan ni autoridades elegidas de los niveles subnacionales, alcaldes, gobernadores u otros funcionarios públicos, llegando a extremos de perseguir a ciudadanos que emiten sus ideas libremente como youtubers, influencers, entre otros, esto bajo el argumento de la “No Desinformación”, los cuales serán monitoreados y perseguidos mediante el ciberpatrullaje. Algo que está claro es que dichas amenazas y detenciones, se aplican preferentemente a sectores populares e indígenas en general.

⦁    Justificar la crisis sanitaria atacando al gobierno del MAS:
la falta de políticas públicas efectivas para evitar la propagación del coronavirus, buscan ser distraídas con el discurso de que en el gobierno de Evo, únicamente se construyeron canchitas y no hospitales, el golpismo busca justificar su ineficiencia en la lucha contra la pandemia con este único argumento, obviando, intencionalmente, que en realidad en el periodo del MAS se construyeron más hospitales y se crearon más ítems de salud que en toda la época neoliberal y republicana.


En entrevista con radio Kausachun Coca, Evo Morales afirmo que, cuando asumió el gobierno, en Bolivia había solo 2.870 establecimientos de salud construidos en más de 180 años, “en nuestra gestión se ha terminado hasta 2018, 1.032 nuevos establecimientos de salud. Además de eso, hay un plan de construcción de hospitales para acompañar el seguro universal de salud con una inversión de 1.700 millones de dólares en 49 hospitales. Desde que entró el nuevo gobierno, nos informan que se encuentran todas las obras paralizadas”. Añadió que hasta el año 2005, existían solo 17.175 ítems (cargos) de salud para todo el país, a comparación de la implementación de 18.550 ítems en los 14 años de la gestión de Gobierno del MAS, sumando a ello, 8 mil ítems para garantizar el Sistema Único de Salud. “El año 2005, se contaba solo con 558 ambulancias en toda Bolivia y en 14 años se ha entregado 1.514 ambulancias a cada municipio pequeño y mediano, las últimas odontológicas, primero con ayuda de España y Venezuela y las últimas dotaciones con plata del Tesoro General de la nación” recordó.

Pero irónicamente hoy el mayor reclamo del sector salud, no es infraestructura, sino la falta de capacitación, por parte del gobierno, para atender a pacientes contagiados con el coronavirus, o peor aún, la falta de indumentaria para cumplir las exigencias básicas de bioseguridad que demanda la nueva enfermedad. En Bolivia se habla de que ya habría varios médicos y enfermeras contagiados por el covid-19, por el contacto directo con los pacientes que llegan a los distintos hospitales, fundamentalmente en el departamento de Santa Cruz.

⦁    Medidas tardías para controlar la propagación del virus: el gobierno no pudo tomar medidas preventivas para reducir la propagación del coronavirus en su momento, por ejemplo, el cierre de fronteras, o los test para identificar a los enfermos con el covid-19, es más, en la actualidad se sigue permitiendo la salida e ingreso de personas a nuestro país, esto a pesar de haberse declarado el cierre de fronteras. Lo mas irónico es que después del estado de excepción decretado por el gobierno y el aislamiento obligatorio, los casos en vez de disminuir van en aumento.

⦁    Falta de políticas integrales para garantizar la cuarentena de sectores empobrecidos o que viven del trabajo informal del día a día:  Este es un punto neurálgico y que devela la esencia de clase que adquiere el actual gobierno golpista, una administración que solo vela por los intereses de la oligarquía nativa, en contra de las mayorías nacionales. Se decretó cuarentena general, pero no se planificó cómo enfrentar la falta de ingresos de familias que viven al día de su trabajo, ni mucho menos de las que no tienen una fuente laboral o están en situación de calle, por otra parte, se evita y criminaliza la venta de productos de la canasta básica en centros de abasto, o mercados populares, mientras se garantiza la apertura de supermercados que en su generalidad están asentados en centros urbanos residenciales y que son de propiedad de empresarios privados, fundamentalmente del oriente boliviano. A la gente se la obliga a realizar la cuarentena, pero no se le explica como garantizara el sustento y alimentación de su familia, ni que decir de la gente que tiene préstamos en el banco, o de los que pagan alquileres. El estado esta ausente y no vislumbra soluciones a favor de los sectores más empobrecidos del país.

⦁    La falta de políticas públicas para reactivar la economía nacional post pandemia: este es sin duda el punto más crítico y sensible, ya que si bien la amenaza del covid-19 es de muerte, es aún más peligroso y mortal el empobrecimiento de los sectores populares, que son los directos afectados por políticas públicas improvisadas y que no velan por la seguridad económica del pueblo boliviano, recordemos que alrededor de un 30% de la economía nacional es informal y frente a la eminente recesión económica que azotará al mundo y más aún a Bolivia, deberían existir políticas claras de reactivación de la economía nacional, para evitar el crecimiento del desempleo y las consecuencias que ello conlleva, es necesario garantizar la estabilidad laboral en el ámbito público y privado y el dinamismo económico para los sectores informales.

Bolivia vive una crisis sanitaria y una profunda crisis política y lamentablemente el gobierno golpista ha preferido priorizar la represión y no así la prevención y concientización en la sociedad para ganar la batalla al coronavirus, es por eso que vemos con mucha pena militares armados con metralletas, y no así con barbijos, guantes o fumigadoras como lo que sucede en otras latitudes del mundo. Se utiliza a las fuerzas represivas del Estado para atemorizar al pueblo y no para generar una conciencia colectiva de la importancia de quedarse en casa o cumplir con las sugerencias de la OMS para evitar la mayor propagación de la pandemia. Esta es una batalla que todos y todas debemos afrontar, pero donde lamentablemente el gobierno golpista, que juega un rol fundamental, ha priorizado la represión y el proselitismo, en vez de luchar efectivamente contra este enemigo invisible.

Lic. Juan Ademar Valda Vargas
Sociólogo, ex Diputado, ex Cónsul, defensor de la democracia.